Te vi por la mañana. Aún no habían comenzado las primeras luces del alba a despuntar.
Llevabas unos paños y un tarrito; te acompañaban algunas mujeres amigas, que lo eran también de Jesús.
Te observé bien y descubrí aquello que después diría San Pablo: "... es Cristo quien vive en mí".
Mirándote Magdalena, yo podía sencillamente afirmar y sentir, que aquel Jesús colgado del madero vivía.
¿Qué vi en ti?
Sentí la alegría de un nuevo amanecer. Las tinieblas que el viernes cubrían la tierra, se tornaron mañana de primavera, llena de esplendor y de limpia hermosura.
Sentí la ilusión del caminante que al llegar al destino, cansado del camino, encuentra a punto la fuente de agua viva.
Vi, finalmente, la fortaleza misionera que sin desfallecer cree en lo vivido y con la misma energía lo anuncia a tiempo y a destiempo.
"¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?", respondería Jesús a Magdalena.
Esa gloria de Dios, también la vi reflejada en ti.
No busquemos entre los muertos al que vive. Él ha resucitado.
D. Manuel Tirado Fernández
Párroco-consiliario de la Hermandad
Fotografía: D. Francisco José Carpio Moyano
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