Tras una calidad tarde-noche de Jueves Santo, la Madrugá villarrense entremezcló el olor al incienso con el calor de la pesadez de una cruz que arrastraba el Nazareno por este Jerusalén chico. Un año más se cumplió la tradición y a las 9 menos cuarto, con los primeros destellos de sol se produjo el encuentro de Santa María Magdalena con Ntro. Padre Jesús. Solo el sonido de la saeta rompió e hizo aún más emotivo este momento tan esperado por los villarrenses.
Majestuosa y elegante sobre sus remozadas andas, Santa María Magdalena fue recorriendo nuestras calles acompañando al nazareno, el aroma a incienso y las flores la antecedían.
Desde aquí dar las gracias a todos sus devotos por las muestras de cariño representadas en ramos de flores, así como el hermanamiento de las distintas cofradías que corrieron para ayudarnos y darnos su apoyo tras el incidente que se produjo en el sistema de ruedas, damos las gracias de manera especial a la Hermandad de la Paz y Esperanza por prestarnos unas ruedas para poder terminar nuestro recorrido.
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