domingo, 29 de junio de 2014

SAN PEDRO Y SAN PABLO

Al recordar a Pedro y a Pablo, lo que parece evidente es que ambos eran muy diferentes, tanto de temperamento como de ideas. Hasta llegaron a pelearse en algún momento. Pero no deshicieron la Iglesia sino que unieron sus diferentes puntos de vista para sentirse complementarios y aceptar la riqueza que supone ser distintos, porque esa es la multiplicidad y variedad que quiere el Espíritu: unidos en la diferencia. 

Sobre este tema es ilustrador el siguiente cuento o fábula.

La Carpintería.

"Cuentan que en la Carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿Las causas? ¡Hacía demasiado ruido! y además, se pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que el tornillo fuera también expulsado; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero, a su vez, pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre andaba midiendo a los demás según su medida como si fuera el único perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial, se convirtió en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos.

La Asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron, entonces, un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de su fortaleza y de trabajar juntos."

(Sacado de la Revista Homilética )

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